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Un último artículo Como le explicaba a Salva en un comentario anterior, la imagen de esa rata husmeando el aire es mía... la rata superviviente que es la primera que abandona los barcos que se hunden, la rata que huele el peligro, que se te enfrenta dispuesta a vaciarte esas cuencas que existen bajo los párpados, que campa a su antojo entre la miseria y la basura, que transmite la peste, que nos provoca la náusea y la arcada y el vómito... No, por supuesto que no era una imagen de nadie. Sólo otra mía. ¿Cuántas van? Recuerdo que cuando conocí al amante crepuscular había colgado una de un doberman en la misma conversación que le decía a un tipo: 'vivo en un bajo con rejas'. Y allí estaba aquel perro de guarda con las orejas tiesas y el rabo atento tras la alambrada. Yo no tengo derecho a colgar imagenes de nadie. Esta es mi terapia. Sólo mi terapia. Y no es ningún atentado contra mi autoestima, sólo que me gusta ser autocrítica conmigo y realista. Vaya, ¿cómo era aquello que decía Rilke? Me temo que si han de abandonarme mis demonios.... mis ángeles se irán con ellos. Eso pero dicho por Rilke y llega un nuevo mensaje de Cecilia:

O sea que la podemos pasar a mañana porque lo que es ahora seria mas una anticita

Sí, estaba dolidísima por su pérdida. Lo traslucía. Ese es el típico mensaje que escribe una mujer desconsolada que acaba de perder a su amante. Vale sí, pero por eso a mí lo que me daban eran aquellas ganas tremendas de reírme a carcajadas. E inmediatamente, después de recibir esta respuesta, a quién le envío un mensaje es al hombre del tatuaje y me olvido para siempre del tema, porque ese es un juego de los que se juega sólo una vez: te montas en el coche, aceleras y el que primero se aparte es una gallina

Cecilia acaba de anular nuestra cita ;)

Y yo desde luego no pienso estar repitiéndolo eternamente. No la deseaba y eso era todo. No eran prejuicios, no era miedo, era sólo falta de deseo; sólo que he tenido que llegar a este punto para averiguarlo y me llama mi amiga y quedamos en vernos y me siento feliz y me cambio, me quito los vaqueros y me calzo con playeros de invierno que es lo más cómodo para la lluvia y entro en una tienda de esas donde hay velas y amuletos y ... le compro unos detalles a mi madre para celebrar su cumpleaños y para mí también me compró una amatista y cuando atravieso el centro comercial recibo una llamada inesperada del hombre del tatuaje y hablamos del asunto durante más de diez minutos y nos reímos porque es cierto que nos lo estábamos pasando muy bien, y mientras las gentes no se detienen y siguen andando como si la vida fuera un lugar lleno de ratas y barcos que naufragan, un asco, con esa cara. Y es él quien me dice que Giorgo existe, que ese personaje pertenece a la obra de Durrell, a 'El cuarteto de Alejandría'. Sí, ese libro que son varios libros y dónde se dice:

Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes

Y yo eso lo sé porque lo he vivido. Porque mi ciudad se convirtió en un mundo cuando amé...

Un beso.

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